jueves, 24 de diciembre de 2009

Mar adentro


Hay momentos en los que la pureza de tu vida te reclama, te pide que seas tú sin adornos ni ataduras.

Hay momentos en que sabes que ya no puedes vivir dormido, que ya no puedes engañarte pues hay pasos que te llevan hacia delante y al andarlos todo lo que se queda atrás constituye un recuerdo de que todo lo que viviste estuvo ahí para que ahora vivas lo que tienes que vivir.

Y no es posible traer partes de ese pasado hacia adelante porque hay barreras que sólo son franqueables para quién se atreve a dar un paso en lo desconocido y perderse en los confines de uno mismo.

Hablamos de un camino arriesgado pues caminar adonde nunca has llegado requiere de la valentía de entrar en el vacío del puerto infinito de tu ausencia ya que al entrar en ti, en tu propio y premonitorio silencio, los caminos que se abren son distintos de aquellos que te han visto transitar.

Y no hay tránsito que genere más vértigo que dejar atrás quién has estado siendo para los demás para atreverte a caminar el sendero de quién eres en realidad, cruce de múltiples caminos que confluyen en tu alma, hogar de la libre elección.

Y es que acostumbrados a sentirnos obligados a recorrer el camino sobre el que andan nuestros pies nos hemos convertido en autómatas de unos movimientos que aún siendo nuestros nos son ajenos en realidad, ignorando que en el espacio vacío que nos espera para que podamos vivir nuestra auténtica vida, hasta el propio aire nos aguarda para darnos la bienvenida.

Pero tenemos miedo, vivimos asustados y preferimos un guión previamente diseñado en el que todo está ya escrito y dibujado que crear el nuestro, pues crear implica “ser” y hemos optado por estar, por permanecer.

Y es justamente “ser” lo que nos da vértigo pues cuando “estoy” lo hago sobre algo predeterminado, que me pre-existe, mientras que si “soy” tengo que decidir quién soy, qué hago aquí, qué quiero, qué deseo entregar.

Y al preguntármelo se abren todas las posibilidades de “ser” y con ellas recibo la visita de la capacidad de elegir, que me mira directamente a los ojos y me pregunta: ¿dónde quieres ir?

Y me entra el vértigo pues acostumbrado a vivir en un guión que tan solo había que seguir sin más, ahora estoy delante del mar que me ofrece toda su belleza e inmensidad mientras me pregunta: ¿dónde quieres ir?

Y siento la respuesta en mi interior y asustado me escucho diciendo: “quiero adentrarme en tus aguas, quiero ir mar adentro”.

Sin puntos de referencia el mar es un gigante que me asusta y entonces lo comprendo, el mar es como yo, un espacio infinito en el que todo es posible.

Y es justamente eso lo que me asusta, que en mí todo sea posible.

Aún así, me lleno de coraje y me adentro decidido en mi propio mar.

Artículo extraído de un gran blog creado por una gra persona:

milcaminos.rorro.cl

Visiten mis páginaS:

www.travesura.cl

travesuraaprende.blogspot.com

negocioxowii.blogspot.com


SALUDOS y feliz navidad

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El que nace para ser un gigante